EKATERIMBURGO, Rusia.- El bacilo de la eliminación circuló en la sangre del Tri, pero no lo tumbó. Así de fácil.
Fue goleado 3-0 por Suecia, pero sostenido por la impensable y mil veces sorprendente victoria de Corea del Sur 2-0 sobre la irreconocible Alemania.
En el panorama de México se asoma Brasil, el pentacampeón del mundo que debió sufrir algunos sustos para, finalmente, vencer 2-0 a Serbia con goles de Paulinho y Thiago Silva a los 36 y 69 minutos del juego celebrado en el Otkrytie Arena.
Brasil es el asiduo invitado a octavos de final. Son 13 ocasiones consecutivas las que ha accedido a esta fase.
Así, con drama inundando el ambiente en Ekaterimburgo, terminó la fase de grupos para México, aturdido hasta el encéfalo por la recalcitrante propuesta de buscar el balonazo al área rival olvidando el juego a ras de pasto.
Los defensores europeos no tenían que pensar mucho. Lo único que debían hacer fue poner la cabeza para despejar el balón.
Ante la falta de creatividad, el Tri se fue acorralando. Era necesaria la entrada de un ariete, un taladro que perforara, por la fuerza, los muros llamados Granqvist y Larsson. Esto no se dio porque Raúl Jiménez se quedó en la banca.
Cada envío por aire fue un regalo para los defensores suecos. Ese tipo de accionar fue un insulto al buen futbol.
La parte complementaria fue caótica. Se insistió en jugar por alto y se evidenció la falta de capacidad para romper el bien organizado cerco defensivo sueco.
Tras varias advertencias, la mayor parte resueltas por Ochoa, llegó el primer desaguisado, la primera mal pasada que se presentó a los 50 minutos para el 1-0 con el gol de Augustinsson quien recibió el balón dentro del área en solitario tras la falla de marcación de Álvarez y Layún, el primero por no estar en su zona y este por ser sólo espectador en la jugada.
Tras el gol la descomposición del orden en el Tri siguió. Lozano insistente, se estrelló una y otra vez en sus escalonados marcadores. Vela, entre lo ausente e intermitente; “Chicharito” aislado, sin balones, recogiendo juego lejos de la zona donde debe sabe hacer daño.
Al 62, de nueva cuenta el silbante Néstor Pitana apareció para robarse el protagonismo. Moreno se barrió, como último recurso, al arribo de Marcus Berg quien se perfilaba para sacar el escopetazo.
El juez ignoró las peticiones de los jugadores mexicanos de recurrir al VAR para revisar la jugada. El cobro de la falta estuvo a cargo del central y capitán Andreas Granqvist quien percutió por arriba y a la derecha de Ochoa.
Mientras tanto en Kazán Alemania tenía en un puño a Corea que se defendía como gato panza arriba para mantener un 0-0 –hasta ese momento– resultado que mantenía en terapia intensiva al equipo de Osorio.
El ingreso a la cancha de Marco Fabián y de “Tecatito” Corona revitalizaron al equipo, pero sin un cambio sustancial para modificar la historia.
Lo inentendible fue el ingreso de Oribe Peralta a los 90 minutos de juego al que se le agregaron 4.
Pero las cosas no salían nada bien. Edson Álvarez se vio inmerso en una infortunada jugada en la que el balón le pegó ligeramente en el muslo para entrar a su propio marco, doloroso autogol que le arrancó el llanto al final del cotejo cuando los jugadores mexicanos estaban sobre la cancha del Estadio Central esperando saber el resultado del Corea-Alemania.
Ya con el juego resuelto Suecia esperó el paso de los minutos hasta que se concretó su victoria avanzando a los octavos, lo que ha hecho en las últimas cuatro ediciones de la copa del mundo.
Es su goleada más importante desde 1994 cuando superaron 4-0 a Bulgaria en el cotejo por el tercer jugar del Mundial de Estados Unidos.
SIN ROTACIONES
El 51 ocasiones Osorio nunca había repetido alineaciones. Se creía que buscaba evitar dudas sobre jugadores y puestos. Luego se descompuso la idea por el manoseo de elementos en posiciones en las que debieron encachar.
México saltó al campo con el mismo once que venció a Corea del Sur en la segunda jornada del grupo. Mismo molde, distinta receta.
EL DATO
Un arbitraje hosco decidió que a los 15 segundos de juego el silbante argentino mostró el cartón amarillo a Gallardo. El hecho se convirtió en un récord de los mundiales que alimenta sólo a la estadística.