Comentó que no fue fácil acostumbrarse al ritmo de trabajo de Gerardo Gallegos
cuando éste desempeñó cargos importantes en la UV, en la 3ª División y Tiburones
Por FRANCISCO ALVARADO
Seguramente no es la única esposa que ha tenido que adaptarse a lo vertiginosa que suele ser la rutina junto a un hombre con cargos importantes.
Pero de igual manera Rosalba Jiménez Salas enfrentó los desafíos al paso de los años.
“Hay que comprender que para mi esposo la pasión ha sido el futbol. Desde que empezó´ a formar los equipos de la Universidad Veracruzana eran continuos viajes, incluso cuando trabajaba con el licenciado Bravo (Roberto) no venía ni a comer, llegaba a las tres de la mañana a cenar.
“Al licenciado Bravo Garzón le gustaba atender mucho a la gente por la mañana, por lo que trabajaban en la tarde y hasta de noche…entonces a veces no teníamos ni fines de semana.
Me dio mucho gusto porque creo que los reconocimientos se deben dar en vida…salió todo muy bien, muy emotivo»,
Rosalba Jiménez Salas
“Creo que me fui acostumbrando a esa mecánica y entendiendo el trabajo de mi esposo… lo mismo siendo directivo de los Tiburones porque lo veía pocas veces al mes.
“Estando como directivo de la tercera (división) había veces que en mes o mes y medio no lo veía porque salía fuera del país. Entonces sí es difícil para los hijos y todo, pero cuando él llegaba se entregaba totalmente a la familia y a sus hijos que ha adorado muchísimo y ahora a los nietos”.
Sobre el homenaje que para su esposo fue sorpresivo, Doña Rosalba dijo haber estado al tanto de la situación por lo que ya sabía de antemano que sería homenajeado.
Para ello debió cancelar un viaje fuera de la ciudad y no dejar pasar este momento tan importante en la vida de su compañero.
“Me dio mucho gusto porque creo que los reconocimientos se deben dar en vida…salió todo muy bien, muy emotivo, me dio mucho gusto”.