OPINIÓN EN CANCHERO

Llega la reflexión, el momento de saber que en un proceso de evolución siempre son necesarias las grandes hazañas. El futbol mexicano  ha sido afectado ahora por el bacilo de la fama.

Es tiempo de reír, festejar y hasta pensar en seguir haciendo cosas grandes, pero desde mañana hay que meterse de lleno en la preparación del juego ante Corea.

El Tri, el humilde equipo de Concacaf venció a  Alemania. Así nos veían los  del “teutones”  hasta antes del domingo.

Ahora todo cambió. El baño de humildad que recibieron dejó mucha enseñanza. A  México le dejó certeza, pero  nada más. No hay palmares que inviten al entusiasmo en la historia de los mundiales, salvo algunos chispazos de brillo.

  La hazaña no es una particularidad sino un logro grupal, de ahí la frase  de que “ningún jugador es tan bueno como todos juntos”.

Parte del crédito es para los miles que apoyaron desde la grada. Hace unas semanas en el Azteca   despidieron con abuchearon al equipo y en especial a Osorio. El domingo se le rindieron en el estadio Luzhniki y en todo México.

De repente se quedó en el pasado  la estampa del súperatleta alemán, grande, veloz, apabullante, gandalla, genéticamente  “diseñados en serie” los como tanques de guerra, con el mismo plano y en el mismo taller.

Sin embargo aún  no son capaces de asimilar la ductilidad de jugar el balón con los pies como se hace en América. Aun así son un pueblo orgulloso de sí mismo con cuatro coronas  en  Copas del Mundo (Suiza 1954, Alemania 1974, México 1986 y Brasil 2014).

 LO QUE VIENE

El trabajo de este martes estará basado en los reportes que Osorio recibirá del juego  entre Corea y Suecia ganado 1-0 por los europeos.  Se perciben dos o tres cambios en relación al choque ante Alemania.

¿Quién le cuestiona ahora las rotaciones por muy desagradables y enfadosas que sean?

Más que repartir esfuerzos en el grupo se trata de adaptar un plan con jugadores de determinadas características y capacidad de funciones. Los coreanos tienen diferentes virtudes  que los alemanes y que los suecos.

Así que no hay que confiarse por lo conseguido porque el fútbol suele castigar a quienes se creen muy buenos.