Renato Ibarra ha llegado a un nivel de súplica a su directiva. Pide una segunda oportunidad para regresar al equipo y ponerse a trabajar, derecho de todo aquel que ha sido habilitado por las leyes de cualquier país.
El ecuatoriano se ha presentado a las instalaciones americanista para entrenar por separado. Se dice que no debe ser readmitido en Coapa por la bronca –ya resuelta—que tuvo con su ex pareja Lucely
Chalá, quien hoy debe estar disfrutando de la jugosa cantidad que el futbolista debió pagarle para que lo “perdonara” en los juzgados.
Pero un sector de la prensa, obviamente antiamericanista, se ha propuesto cerrarle las puertas a Ibarra en el América, pero “aceptando” que juegue en otro equipo.
Ibarra envió su mensaje dirigido tanto a las mujeres, a la afición, al público y a la propia Lucely. Si bien se mantuvo en la postura de que nunca agredió físicamente, Ibarra señaló a través de su cuenta de Instagram, que buscará terapia psicológica y que trabajará en pro de los derechos de las mujeres.
«Estoy totalmente arrepentido de lo que pasó ese
día, y quiero pedirles de todo corazón una segunda oportunidad, como ustedes saben bien y me he manejado en la cancha, no he sido un tipo violento,
voy a trabajar para buscar ayuda, mejorar como persona; voy a trabajar en pro de las mujeres para
que sus derechos sean respetados”, concluyó.
Ahora todo queda en manos del dueño del club, el empresario Emilio Azcarraga Jean, ya que Santiago Baños, director deportivo del club y el DT Miguel Herrera quieren de regreso al jugador, uno de los atacantes más veloces del futbol mexicano.