Delfines de Xalapa echa un vistazo a su antigua pecera, la de hace 30 años. Fue en julio de 1990 cuando de botepronto el presidente de Tiburones Rojos de Veracruz, Alfredo Chedraui, impulsó la idea de tener un equipo profesional en la capital.
El teléfono sonó y Gerardo Gallegos, inmerso en labores funcionales como gerente de los escualos, recibió la encomienda de armar un equipo y registrarlo en esa rama de ascenso.
Faltaba un mes para el arranque de la temporada. La premura fue el condimento especial en el proyecto.
Gallegos pensó en las piezas clave para darle forma al plan. Involucró de inmediato a Héctor Hugo Arellano, el pupilo más avanzado de Godofredo Forzán, quien había hecho historia –en cancha y escritorio– con del Deportivo
Universitario Xalapeño (DUX) y que para entonces era director del Centro de Capacitación de la FMF.
De inmediato Arellano Castillo invitó a gente echa en el futbol local que habían tenido una trayectoria importante como Humberto “Ballena” Morales, Miguel Ángel Maldonado, Enrique “Coyote” Guevara. También acudieron al llamado Mario “Chartchai” Morales, el profesor Julián Martínez, entre otros.
Su misión era elegir a los jugadores que mostraran capacidad física y técnica para llegar al equipo. Fueron cientos de caras y de recomendaciones, pero al final de cuentas eligieron a los mejores.
“El primer paso fue el armado del equipo, la parte presupuestal y de logística”, comentó Arellano Castillo.
Agregó:
“Nuestro primer desafío fue el estadio Quirasco”. Estaba en deplorables condiciones. Era mejor jugar en los Juárez (barro) que en el Quirasco que parecía potrero. Empezamos los trabajos de mejorarlo en cancha, vestidores, baños, zonas se acceso y gradas.
“El trabajo fue titánico porque había premura”, recordó el actual presidente de la escuela Delfines de Xalapa que cumple en este 2020 tres décadas de servicio a la comunidad.
Mientras tanto las pruebas se intensificaban. Los campos Juárez eran un hervidero de entusiasmo con tal cantidad de prospectos —más de 600– que querían pertenecer al nuevo equipo.
La efervescencia de la “Tiburomanía” generada por unos Tiburones Rojos en apogeo tras su regreso a la Primera División (1989-1990) generó el nacimiento de Delfines.
El primer uniforme cetáceo tuvo una “V” en el pecho, parecida al de Veracruz, pero en tonos fluorescentes en naranja, azul o rosa.
Esta tonalidad marcó un hito en el futbol profesional de la época pues solo en Europa se habían vislumbrado detalles tan innovadores en la indumentaria deportiva.
El primer presidente de Delfines fue Don Carlos Ferraez Matus, entusiasta de primeros planos que sentó las bases para que el equipo empezara su rodaje.
En la parte médica estaba Yanga Melgarejo Ortiz, hoy subdirector de Cultura Física y Recreación del Ayuntamiento e Ignacio “Doqui” Hernández Viveros (q.e.p.d.).
Luego de una larga semana de trabajo en cancha
llegó la lista. Se leían nombres como la de José Antonio Sánchez, René Olmos, Rafael Flores, Jaime Castañeda, Roberto Dávalos, Gregorio Fernández, Gamaliel Albarrán, Gionanni Albarrán, César Vázquez, Oscar Castañeda, entre otros.
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