Quien lleva el timón del deporte en la Universidad Veracruzana espera lo que todos: la vuelta a la actividad.
Eventos clasificatorios pendientes como el Regional y la Universiada Nacional, todo del rubro de Educación Superior, podrían ser, a partir septiembre, el ansiado colofón para este “convulsivo” 2020.
Pero Maribel Barradas, la “dama de hierro” de la DADUV, sabe que al final de cuentas los Halcones mantendrán a la “Veracruzana” al menos en el sitio 8 de puntuación y 14 en el medallero en el contexto nacional que avala el Consejo Nacional del Deporte de la Educación (CONDDE”.
Ese estatus refleja un nivel más que aceptable para una universidad pública, alejada de los estratosféricos presupuestos asignados al deporte y de los modelos educativos que permiten, a las universidades privadas, reclutar jugadores de diversos lados.
Pero el carácter forja ganadores y para Barradas Landa es un elemento imprescindible para logra el éxito.
“Sin carácter no puede haber éxito en el deporte ni en la vida”, acotó la que se ha ganado a pulso la confianza de la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, para conducir la dirección de actividades deportivas.
“Creo que mi carácter es fuerte. Ahora, ya con los años, me doy cuenta de que desde mis inicios es algo que ya traía”, comentó en relación a ciertos
pasajes de su vida en los que viajaba todos los días en motocicleta a la academia de policía de “El Lencero” para impartir clases.
Ya como entrenadora del equipo aeróbico de la UV viajaba embarazada a las competencias. Luego, por ahí de 1998, dejaba a su bebé durmiendo a un
costado del área de entrenamiento mientras ella practicaba con su las gimnastas.
“Siempre he tenido el sentido de responsabilidad, de compromiso y he tratado de enfocarme en las cosas que me gustan. Siento que eso es mi motivación.
“Pongo todo mi empeño y todo mi esfuerzo en las cosas que me interesan. Creo que soy muy exigente. No sé si lo soy ahora con los demás, pero sí lo fui como entrenadora.
“Estoy segura que las chicas que pasaron por el equipo sentían esa presión, pero creo que la exigencia fue entonces y es ahora conmigo”.
Aceptó que tiende a ser perfeccionista, no de manera consciente, “pero me gusta que las cosas estén bien”.
Abundó en que su satisfacción a la hora de evaluar a entrenadores o atletas se centra más en el esfuerzo que en el resultado.
“Desde mi punto de vista y mi experiencia siempre ha sido más importante el proceso, en ir avanzando y mejorando, de lograr metas en lo individual o en lo colectivo. Eso es lo que más me importa. El resultado, por supuesto, es una parte importante del proceso, pero no lo principal.
“En mi época de entrenadora las pláticas con las chicas eran enfocadas en el esfuerzo, en hacer las cosas cada vez mejor; que pudiéramos entrenar
con toda la actitud, con esfuerzo y sacrificio para llegar a la competencia y sólo disfrutarla”.
“Nunca les exigí una posición o un resultado, pero si disposición al esfuerzo durante la preparación”, finalizó.