A este tipo de jugadores hay que ignorarlos. Lamentablemente no pasan desapercibidos para miles de niños e incluso jóvenes quienes se ilusionan día a día con lo que sus “héroes” hacen en las canchas.
El argentino Nahuel Guzmán es un lamentable caso. Algún rasgo psicológico afecta al titular de los tres postes de Tigres, eterno subcampeón de torneos internacionales.
También es lamentable que los organizamos llámense Concacaf o FMF no adviertan a este jugador quien no deja pasar la oportunidad de hacerse notar a través de los hechos violentos y agresivos.
Él es el mejor ejemplo de lo que no se debe permitir dentro de una cancha, en los vestuarios y pasillos de los estadios.
El último de sus impulsos en su larga lista de antecedentes fue el cabezazo que le tiró a Miguel Layún, jugador de Monterrey.
Luego de la batalla es de grandes reconocer la derrota y la victoria. Así lo hicieron los Tigres, menos uno, Nahuel Guzmán.
Reprobable aún por sus propios compañeros y disolvente entre directivos quienes no sancionan este tipo de irrupciones que van en contra de lo que ellos llaman Fair play.
Nahuel Guzmán, tan bueno en grandes jugadas y tan malo en las pequeñas o fáciles.