«El niño lleva procesos, lleva etapas de crecimiento que son las básicas para poder desarrollar el futbol”, comentó Manuel García capacitador de Conade y Femexfut que imparte el curso taller para entrenadores.
El tema no es nuevo, pero cada vez que se toca “reoxigena” la controversia.
Lamentablemente las nuevas generaciones de niños futbolistas no ha podido sacudirse el estatus de ser vistos como piezas mercantiles.
Algunos entrenadores, pero infortunadamente no pocos, carecen del conocimiento de lo que realmente significa enseñar en una escuela de futbol.
Este tipo de entrenadores dan constante preferencia en el once titular al mejor jugador, al más alto, al que mejor se ubica o al hijo del compadre, en vez de brindar las mismas experiencias de desarrollo en un juego formal al elemento gordito, al chaparro o el despistado quienes constantemente son relegados a la banca.
¿Entonces qué es una escuela de futbol?
¿Es un centro de reclutamiento futbolero para adherir piezas que significan ingresos económicos?
Afortunadamente existen verdaderas escuelas de formación cuyos programas de entrenamiento convierten al jugador malo en bueno y al bueno en mejor, siempre bajo cimientos formativos de responsabilidad dentro y fuera de cancha; de cuidado y aseo personal, de rendimiento escolar y una vida exenta de vicios que dañan la salud.
Manuel García, quien también sabe los que es estar en el banquillo de director técnico (dirigió en segunda y tercera divisiones) dijo que el asunto es complicado, “porque la gente que está dentro del medio ya se dio cuenta que el niño es un producto”.
El capacitador principal del Curso-Taller para entrenadores de niños entre 6 y 12 años que se lleva a cabo en esta capital, agregó que “mucha gente piensa que el alto rendimiento empieza cuando el jugador llega a ser profesional, sin embargo tenemos el ejemplo más viable que es Pachuca que rescató a un muchachito (Hirving Lozano), lo entrenó, lo fue llevando de la mano y ya vemos en qué cantidades estratosféricas lo vendieron.
“Eso quiere decir que a nivel mundial tenemos una gran cantidad de jugadores. A nivel amateur en México hay cerca de 10 millones de gentes afiliadas y ¿cuántos jugadores de primer nivel puede haber ahí?, sin embargo la formación que nosotros les proporcionamos a veces no es la adecuada, porque así como sacaron a un “Chuky” (Lozano) aquí en Xalapa puedo pensar que hay más de tres como él”.
Destacó el capacitador certificado por CONADE, Federación Mexicana de Futbol, FIFA y Concacaf que en el plano mercantil el papá influye también “porque empieza a pensar cuánto dinero va a ganar con su hijo y hasta un promotor le busca”.
“De repente los papás, en vez que dejen que sus hijos disfruten su formación, les empieza a agradar que inviten a sus hijos a un equipo donde no va a pagar nada, además le van a dar zapatos y otras cosas. Desde ahí el niño que juega bien empieza a enfocarse no en su formación sino en sacar un recurso y sucede que aprende que debe recibir algo por jugar al futbol.
“Todos los que una vez jugamos al futbol lo hacíamos por gusto; jugábamos en las canchas que fueran, sin embargo al niño le empezamos a crear también esa situaciones”, destacó el ex jugador de Necaxa, Cruz Azul, Lagunas (Oaxaca) y Matamoros.
MÁS DE LOS PAPÁS
La intromisión de los papás en el desempeño de sus hijos dentro de la cancha es una situación declarada oficialmente mala, negativa y desagradable.
Los papás tienen la importante labor durante el juego de ser animador, de alentar a sus hijos a dar lo mejor de sí sin entrometerse en decisiones técnicas o tácticas.
El padre de familia tiene la influencia mayor sobre el niño por el afecto, respeto o hasta el miedo.
“Nosotros les explicamos a los profesores que también el niño tiene la imagen del entrenador y actúa también por medio de esa imagen”, aseveró Manuel García.
Agregó:
“¿Qué pasa cuando el papá grita?, muchas veces confunde al niño y esperamos que con estos cursos y actualizaciones los entrenadores sustenten al papá, porque no es bueno estar gritando a los niños, no es bueno estar metiendo presión porque ellos deben desarrollar su futbol”, acotó el especialista.
Abundó en que “a fin de cuentas el jugador que va a ser bueno ‘la va a pegar’, mientras que por otro lado va a haber gente que se quede; los ves muy bien a los 10 u 11 años y cuando llegan a los 13, que es cuando inicia la etapa donde vas a especializarlos, ahí es donde se empiezan a quedar.
“Entonces volvemos a lo mismo, que desde que es niño les debe gustar hacer deporte porque no sólo es llegar a jugar profesional, sino que también hay instituciones educativas que otorgan becas de estudio “y que se las ganan por medio del deporte. A eso hay que sacarle provecho, eso hay que enseñarle al niño”.
CALIDAD MEXICANA
Las Chivas, actuales monarcas de la Liga MX, han dado un claro ejemplo de que el jugador mexicano puede lograr objetivos importantes tan bien o mejor que el extranjero.
“Creo que con este ejemplo (Chivas) se deberá regresar a las reglas anteriores sobre los cupos que pueden tener los foráneos en cada equipo”.
Mencionó que Chivas no tuvo de otra más que apostar por la base mexicana y demostrar que se pueden hacer grandes cosas y auguró que Pachuca, Santos y Atlas, este último que ya está trabajando nuevamente con su cantera, serán los siguientes quienes demostrarán que se puede confiar en el futbolista mexicano.
Finalmente y sobre el curso-taller que se lleva a cabo en las instalaciones de la USBI, el capacitador dijo ver “gente muy entusiasta y con mucho conocimiento”.
Hablo de la dificultad que representa transmitir conocimientos a entrenadores que trabajan con niños “ porque desde edades tempranas ellos (infantes) requieren que le enseñemos a jugar futbol y, a fin de cuentas, este programa que estamos elaborando por medio de CONADE y Femexfut es darle a conocer al entrenador que el niño lleva procesos, lleva etapas de crecimiento que son las básicas para poder desarrollar el futbol”.
Mencionó que a nivel nacional e incluso mundial, cuando no se llevan a cabo los procesos adecuados en el desarrollo “a los pequeños se les quita el gusto por el deporte debida a tanta presión.
“Vemos que los papás le exigen al jugador desde la ‘trinchera’, para que sea mejor jugador y debemos saber que al niño se le debe dejar jugar, divertirse porque al fin de cuentas es niño y, a la larga, corre el riesgo de perder el ánimo de hacer deporte.