Palmeiras avanzó a la final de la Copa Libertadores de manera angustiante a pesar de caer 0-2 (pero con global de 3-2 a favor) con River Plate en la vuelta de la semifinal en el Allianz Parque, de Sao Paulo.
Fue el día en que el VAR secuestró el futbol y River quedó crucificado con las decisiones desde la caja de video.
El encuentro se jugó de un solo lado. River fue autoritario. No le prestó el balón a un rival que se quedó pasmado ante un aluvión de jugadas que dejaron el área brasileña manchada como si fuera viruela.
EL PARTIDO
River anunció su primer gol con el bombazo de Paulo Díaz que el arquero Weverton mandó a saque de esquina. En el cobro Robert Rojas dio un frentazo potente para romper el cerco verde para el 1-0. Y la presión de River era agobiante.
Había subido el primer escalón. Iba por dos más para forzar los penaltis.
Palmeiras se vio muy frágil, falto de pegada. En vez, River era imponente, arrasador en su juego y en su mentalidad ganadora.
Si en el cotejo de ida los argentinos hubieran mostrado al menos el 30 por ciento de actitud exhibida hoy, seguramente no hubieran tenido problemas para avanzar. Pero ese catastrófico 0-3 pesó.
Por fin Palmeiras pudo elaborar una jugada ofensiva. Fue al minuto 33 cuando en una descolgada por derecha, el balón llegó al borde del área y Marino le pegó con ‘tersura’ para mandarlo por arriba del travesaño. Fue la única que generó en todo el trayecto.
Luego el juego se volvió un frontis. Todas las pelotas rechazadas por el muro brasileño quedaban en pies argentinos. La sensación de otro tanto de River era latente, casi a respiro.
Y a los 44’ Santos Borré puso el 2-0 tras un servicio de Santos. La distancia en el marcador era mínima entre ambos y con más de 45 minutos por delante habría tiempo para dos cosas: para que Palmeiras se pusiera las pilas y jugara como se debe en casa o que River hiciera lo que parecía inimaginable, desbaratar la vergonzosa goleada de la ida.
¿MILAGRO EN EL COMPLEMENTO?
No había de otra más. Palmeiras debía respirar impusiera, pero ¿cómo para a un rival que se lanzó a matar?
Pues no pudo. Palmeiras tenía el agua hasta el cuello. River marcó el tercer tanto a los 55’ cuando Montiel agarró de aire un centro pasado e impactó la pelota de derecha para superar al maltratado Wever.
Pero ¿adivinen quién salió del anonimato?, ¡el VAR¡ que rebuscó y rebuscó algo hasta encontrar un fuera de juego de Borré quien se salió del área prohibida para participar en la jugada.
Y la oleada pampera seguía. Pero sufrió la expulsión de Rojas. Luego llegó otro show del VAR. Empereur plantó el pie en el césped y Suárez se trompicó. Aparentemente era penalti.
En la revisión se vio que el delantero de River se topó con el pie del zaguero y además exageró en la caída.
Al marcar la inexistencia de la falta, el silbante uruguayo Esteban Ostojich fue el centro de la polémica.
En los minutos finales el embalaje del partido era de River. Seguía haciendo todo para marcar, pero el cabezazo de Díaz fue parado por Wever y en el contrarremate Borré la estrelló en el poste, pero estaba en fuera de lugar ¡Uff…!
Al llegar a los 90 de tiempo corrido el cuarto árbitro mostró la tabla eléctrica en la que se determinaban ¡9 minutos de alargue! Así se alargó como cable de alto voltaje la electrizante tensión.
Nuevamente el VAR apareció. Se sacó de la manga las cartas de comodines, o sea los fuera de juego, Así enfrió el infierno.
El silbatazo final se escuchó y Palmeiras avanzó a la final de la justa semicontinental. Ahora espera al ganador del cruce entre Santos y Boca Juniors que se enfrentan este miércoles en Sao Paulo.