A pesar de la pandemia las agujas del reloj no se detuvieron en la tradicional Atlética Coapexpan que celebró simbólicamente su aniversario 18.
Y es que, en todo un año, la justa deportiva no podía dejar de mudar de piel, de refrescar y de homenajear el animoso y cadencioso trote de los miles de corredores quienes, a lo largo de casi cuatro lustros, han buscado cerrar ciclo, los 31 de diciembre, de manera sana.
La decimoctava justa fue algo así como material de entretenimiento para el consumo de los participantes, siempre dispuestos a reeditarla, haciendo de esto un legado que, lejos de apagarse, se mantiene vivo como si se tratara de la primera vez.
Y si hablamos de tradición en el popular barrio xalapeño, las cosas se han hecho de manera transparente, pasteurizada.
Sus fondos y formas se han caracterizado por estar alejados de los vicios comunes que envuelven al deporte actualmente. Son más humanos y ajenos a un entusiasmo materializado y robotizado.
“Fue simbólica, conmemorativa para no dejar pasar el momento”, dijo el fundador de la justa atlética Hiram Hiza Villa quien sigue invicto al dar continuidad ininterrumpida al evento.
“Iniciamos a la 7 de la mañana cuando normalmente se hacía a las 12 del día” agregó Hiza quien explicó que no hubo premiación “ya que sólo fue un trote simbólico conmemorativo”.
Cabe señalar que, a pesar de la vibrante irrupción de carreras en rúas de Xalapa, la de Coapexpan, que llega hasta Rancho Viejo y de regreso, ha
reivindicado el papel del verdadero atleta aficionado. Se ha forjado entre situaciones favorables y la siempre presente adversidad. Ambos factores la han llevado a ser una de las que más se esperan a lo largo del año.