“CUANDO NO HAY FUTBOL LA COMIDA SABE DIFERENTE… SIN SAZÓN»

“Cuando no hay el futbol se extraña. Se resiente la ausencia del olor a pasto, del sonido del balón tras el pateo (sic).

“Cuando no hay futbol  el tiempo corre con carencias, con un dejo de insatisfacción  y claro, la doña es la que ´paga el pato´ con el mal humor al tener que quedarnos en casa en vez de ir a la cancha a disfrutar de los amigos, de las bromas, de las mentadas a nuestra progenitora, santa que está en los cielos.

“Cuando no hay futbol la comida sabe diferente, no hay sazón que la componga. Lo único que hay es un poco de paciencia con los más niños, los nietos, los sobrinos.

“A los mayores los evitamos, porque no es necesario verles la cara, a veces con gestos burlones,  ni que nos vean la nuestra, con aspecto de pistolero antes de desenfundar.   Hasta el perro, el mejor de nuestros cuates, descubre nuestro ánimo caído y lamentoso.

“(Risas) sólo mueve la cola y anda de acá pa’ allá como diciendo ‘jefazo, acá estoy para lo que sea’. Como respuesta casi siempre hay un ‘¡quítate!

¿Qué tiene este bendito deporte que  lo tenemos metido en  la sangre?, no lo sé… ¿tú lo sabes?, preguntó a quien esto escribe.

Sonrió finalmente y evidenció que le faltan algunas piezas dentales.

(Anónimo por petición)

NOTA DE LA REDACCIÓN

Insistimos en darle el crédito que le corresponde. Son palabras profundas para él, porque vienen desde el fondo de su alma y eso es de respetarse. El amigo que  va rumbo a ser septuagenario las dijo con seriedad y sinceridad al momento de tocar el tema de las lluvias, “causal de la suspensión de las jornadas futboleras” (sic).

A pesar de nuestra insistencia no quiso que su nombre apareciera en la nota que –a duras penas– aceptó que fuera publicada. Vive por el rumbo de la ex fábrica de San Bruno, barrio en el que se saborea el futbol.