La labor de Yanga Melgarejo en el deporte municipal empieza a tomar color. No han existido imposiciones. Los asuntos diversos en cada espacio deportivo-recreativo que enlista el Ayuntamiento se han dialogado con base a las normas, algunas establecidas desde hace mucho y que se habían arrinconado hasta empolvarse.
Ya se sabe que en esos espacios no se permite ingerir alcohol. Tampoco se debería fumar. Los establecimientos que venden bebidas embriagantes a unos cuantos metros de las canchas deberán claudicar porque ya se está analizando la forma legal para ello.
Vivimos el momento mágico en el que se deben recuperar los viejos valores de la deportividad aunque el milagro más difícil sea el hacerlo con limpieza y rapidez.
La contra existe. A algunos “responsables” de espacios no les gusta el orden, la simpleza de informar de lo que hacen o no y el porqué. Se consideran dueños del predio sólo porque hace algunos años fueron los primeros en organizar un torneo ahí, o porque lo «heredaron» del compadre.
Lo que les interesa se refleja en lo cuántico, de cuanta “energía económica” se generará con sus torneos.
Lanzan chismes y bombas. Se rehúsan a tomar conciencia, porque eso pondría en riesgo su estado de dominio, de control.
Por otra parte lo que escribimos no es faltarle el respeto a nadie. Sólo es constatar una verdad evidente.
En manos de la Subdirección de Deporte y Recreación está conseguir ese equilibrio, pero eso aún está por verse.
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POR cierto, en los planes de la nueva administración está el de abrir puertas de par en par los días domingo en canchas y espacios recreativos para que las familias gocen el estar juntas y tengan momentos de esparcimiento. Para ello no habría actividad dominical de ligas. El balón se quedará guardado para usarse de lunes a sábado.
A la otra nos vemos.