PRIMERA PARTE
Hurgando en el fondo de los archivos se deduce que la gestión de Sergio Benítez Obeso y Arturo Aguayo Lozano en la directiva de Delfines de Xalapa (Segunda División) fue crucial.
En este 2020, el año del 30 aniversario de la entidad albinaranja, es bueno recordar a quienes, por su decisión y contribución a la sociedad, llevaron a los “cetáceos” a un cierre digno de una exitosa era, la mejor que el futbol xalapeño haya registrado, en Tercera y Segunda divisiones.
En la primeras dos campañas (1990-1991 y 1991-1992) se logró un subtítulo nacional y un ascenso. En la Segunda División (1992-1993, 1993-1994 y 1994-1995) se llegó a un par de liguillas.
Ante el par de empresarios de buena cepa desfilaron situaciones negativas, pero se una u otra manera se convertían en los taumaturgos que siempre encontraban la mejor de las soluciones.
Eran de los que se ponían en medio del ruedo y encaraban, con muleta a la derecha, al toro.
“Recordamos con mucho cariño esa época. Fue una experiencia que quisiéramos que se volviera a repetir” dijo Sergio Benítez.
Como directivos tenían una idea clara de su papel. Contaban con el apoyo social y la afición mantenía elevado su nivel de entusiasmo con lo que se hacía en el equipo. No se blindaban en el poder. Su
gestión estaba encaminada a generar condiciones estables para lograr el éxito. Y esa estabilidad fue bien aprovechada.
Pero en Delfines no reinaba una época donde “se amarraran los perros con longaniza”. Era un tiempo de esfuerzo solidario y significativo entre gente con el mismo bien común: hacer algo positivo para Xalapa.
Anécdotas mencionadas durante la charla con Benítez y Aguayo son muchas.
Una de las que más recuerdan fue cuando sus ahorros personales, planeado para un viaje familiar se quedó en el proceso de instalar las luminarias del estadio Quirasco, dinero que, por cierto, ya no regresó a su manos.
“Ahorramos para un viaje y se acabó el viaje porque teníamos que cubrir algunas cosas. Sobre todo lo que pegó duro (económicamente) fue la instalación de la luz en el Quirasco, que fue una gran cantidad”, detalló Sergio.
“¿Negocio el futbol?, se preguntó el empresario, “si a veces teníamos que rascar el bolsillo para pagar la nómina”.
Sin embargo, resaltó el apoyo incondicional de gente importante en el medio empresarial como Alfredo Chedraui y Alfredo Hakim quienes apoyaron fuertemente el proyecto de Delfines.
“En la actualidad es muy difícil encontrar gente que dé sin pedir nada a cambio. Nosotros respaldamos a Delfines siempre sin fines de lucro”, acotó.
“Hay muy poco interés en aportar algo. Si no es gana, no hay nada. Siempre ha sido lo mismo”, sentenció.
Sobre la falta de una fuente empresarial que nutra el deporte, Aguayo Lozano explicó que “Xalapa no es una ciudad industrial, tiene un matiz muy burocrático. Tenemos muy bien la parte de la educación con eso de las universidades, y del gobierno del Estado… la respuesta directa sería ¿por qué hay pocos empresarios?.
“Se necesita formar empresas y empresarios quienes al final se instalanen otras ciudades como Veracruz, Poza Rica, Córdoba y Orizaba, además de las del sur como Coatzacoalcos, Minatitlán que atienden la parte petrolera. Esas son ciudades mucho más industriales que Xalapa.
PROYECTO CETÁCEO
Aunque su incursión fue más palpable en el equipo de Segunda, como empresarios ya conocían, desde su creación, el proyecto original de Delfines.
“En la Tercera División iba a los partidos, pero no estaba tan metido como después lo hicimos en Segunda”, dijo Aguayo quien en la época del nacimiento de Delfines (1990) fungía como presidente del Club de Golf Xalapa entidad que proyectaba entonces su ahora funcional casa club.
Mencionaron sobre los largos viajes del equipo, del trabajo logístico realizado con atingencia por Héctor Arellano y de algunos partidos cuyos resultados no recordaron a primera vista, a excepción de uno de liguilla que quedó marcado en la mente de Benítez.
Fue un 2-0 de Delfines sobre Pioneros de Cancún, en Quintana Roo, con goles de Arturo Cañas y Edson Jaime Castañeda. “Fue un partidazo”, exclamó.
EUFORIA EN LA GRADA
Y hablaron de los llenazos en el estadio Quirasco, principalmente en la ocasión en que equipos de Primera División vinieron a jugar contra Delfines en aquella “Copa México”, donde Santos Laguna, Toluca y Veracruz presentaron a sus mejores elementos ante la afición.
“Esa experiencias fueron extraordinarias, pero además de disfrutar el futbol era cuestión de trabajar y trabajar y no sólo ir a los estadios a esperar la foto”, comentó Sergio con su particular estilo, directo y sensato.
“Prácticamente hemos estado trabajando para el deporte, sin lucro, durante más de 30 años apoyando el futbol con Delfines, el baloncesto con los Halcones de la UV y el golf. Eso ha sido muy bonito, pero, repito, era trabajar realmente.
“En el golf trajimos a grande figuras como (Rafael) Alarcón, entrenador de Lorena Ochoa. Tragábamos mucho con un grupo en el que nos reuníamos tres meses antes para planear eventos; cada quien con sus responsabilidades.
“Había otra gente que nos apoyaba con patrocinadores. Ahora las cosas han cambiado. En un torneo llegamos a ofrecer como premio ocho coches. Ahora se ofrece sólo uno porque también ha cambiado la economía. Hoy en día conseguir patrocinadores es mucho muy difícil.
LOCAL Y VISITANTE EN AQUELLA LIGUILLA
Salió a relucir aquella parte de la historia de Delfines que dejó a muchos asombrados y en “off side”.
Y es que en la liguilla de la temporada 1992-1993, la primera de Delfines en Segunda División, los cetáceos llevaban de rival al Real Hidalgo y el DT Emilio Gallego decidió jugar primero como local y
cerrar la serie como visitante cuando, por derecho en la clasificación, le correspondía a la inversa.
Y es que a Gallegos le había resultado favorable jugar así cuando ascendió al Zitlaltépetl de Tercera a Segunda división. Además, el comportamiento de Delfines, en cuanto a su rendimiento, mostraba que le iba mejor como visitante que como local.
Pero el equipo el equipo quedó eliminado ya que en casa ganó 1-0 y en su “visita” perdió 2-0.
(C O N T I N U A R Á)