La plantilla trabajó a tope en el estadio Quirasco de la mano de César Vázquez y Carlos Rivera
Por FRANCISCO ALVARADO
Chileros cerró su ciclo 2016. Lo hizo a tambor batiente.
La plantilla sudó la camiseta.
Su modelo fue con severidad de la mano de César Vázquez y Carlos Rivera.
El grupo terminó la práctica con las espadas en alto.
Esta es la línea que hay que perseverar si es que se quiere recuperar terreno en la liga.
Con la intensidad requerida muchos “revivieron”.
Se han fortalecido los círculos afectivos y solidarios.
Las novedades crearon estímulo en el feudo naranja. Los cinco nuevos refuerzos (hasta este viernes se cierra la etapa de registros), cuajados o no, ha generado el reparto de papeles: cada quien con su responsabilidad en los once puntos de la cancha.
El ambiente es diferente. Parece que los jugadores han encontrado libertad para expresar lo mejor de su juego. Ahora son un equipo con alegría y con espíritu.
Los candentes rayos de sol flagelaron el ánimo del “Chícharo” Vázquez. No es para menos luego de la infección de garganta que arrastra desde hace un par de días que elevó su temperatura hasta casi 40 grados.
Llegó a la práctica echando lumbre. Desde siempre le ha gustado hablar con franqueza.
Es casi seguro que a algunos no les gusta cómo lo hace, pero eso le ayuda a saber con quién cuenta y con quién no.
Su labor en el equipo ha sido titánica. Ha sacado recursos de debajo de las piedras. Su estrategia ha hecho al grupo un equipo de respeto donde se pare. Tiene un concepto de lo que es el equilibrio de líneas. Aún les quedan muchas cosas buenas por mostrar.
A su vez, Carlos Rivera Salazar, el “bienamado” de Tlapacoyan, ha dado un “pellizco” de notoriedad en el trabajo de grupo.
Su labor es temporal y oportuna a la vez.
Vino a Xalapa por asuntos familiares, pero él es gente de futbol. Recientemente fue parte del esquema de Jaguares de Chiapas de la Primera División.
Al rato estará en algún otro club de primer nivel. No se sabe si en oficina o en la cancha.
Sea cual sea el caso, Chileros debe aprovechar su capacidad, su manera de ganar en lo psicológico. Con ello el equipo se motivó, se volcó. Tiene más hambre.
Al final del entrenamiento, el grito de Chileros fue: “Feliz año nuevo” dirigido a todos sus seguidores a quienes quieren ver en la tribuna del Quirasco. Por cierto, el grupo 2 de la Tercera División reanuda actividad en febrero. Otros sectores lo harán a mediados de enero.
