Lamentable que se festeje un triunfo medio de la miseria futbolística. Lamentable que debieron pasar 430 días (41 juegos) para que Tiburones ganara nuevamente en la Liga MX.
Se debería festear en silencio, con recato y respeto por la afición, por haber dañado la historia del club con esa detestable racha.
Debieron saborear el triunfo sin aspavientos ni exageraciones, con vergüenza porque al final de cuentas sólo son tres puntos y la marca establecida será muy difícil que se repita en México y, seguramente, en gran parte del mundo.
Lamentable que un jugador ejemplar como Sebastián Jurado debiera llorar como niño por sumar su primer triunfo en la Primera División luego de pasar penurias durante meses y meses.
Lamentable que Tiburones no salga de sus broncas y que en el horizonte se vislumbren más problemas.
Se ganó y ya. Se venció a un equipo que sólo reaccionó cuando se vio abajo en el marcador. De todas maneras el Puebla sirvió de escalón.
Lamentables las polémicas de pagos, aquella humillante goleada contra el Pachuca (9-2), la baja de varios futbolistas por no estar satisfechos con la administración de Fidel Kuri.
Lamentable que se sienta raro decir que el Tibu ganó. Da pena la posición de los porteños en las tablas general y porcentual.
La última ocasión en que Veracruz había sumado de a tres fue el 25 de agosto del 2018, en el choque de la fecha 7 del Torneo Apertura, el equipo dirigido entonces por Hugo Chávez se impuso por la mínima a Xolos.
En aquella ocasión el gol lo marcó Diego ‘Puma’ Chávez al 8′ luego de rematar con la testa un servicio a la olla.