

Ricardo Peláez se va de Chivas envuelto en sus propios rollos. Ante la decisión del Consejo del chiverío de cesarlo, Peláez hace un obsesivo ejercicio de fuerza mental para suavizar su fracaso.
Fue suyo el azotón ya que él mismo se puso el moño a la altura de campeonatos, de títulos.
Su terapia fue hacer –de lo poco que logró– un cumulo de «éxito». En su despedida hizo creer que el Consejo directivo del Rebaño era su aliado, que estaba con él, e incuso, que puede «apoyar a hacer bien las cosas» a quien llegue en su lugar.
¿A quién trata de sorprender ese iluso? ya que el organismo rojiblanco fue el que no soportó su pose de “divo” en medio del fracaso, Esa cuya soberbia lo ha guillotinado.
Se fue. ¿Para siempre?, no lo sabemos, simplemente se fue con una semifinal como su éxito más “reconocible”.
Chequen este video. Noten su lenguaje corporal. El tipo estaba deshecho por dentro, pero eso sí, con mucho “ánimo” para quitar el cochambre que dejó su gestión en Chivas.
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