Las instalaciones de la Unidad Deportiva Universitaria yacen desérticas, muertas. En unos días se han convertido en un enorme elefante blanco que sólo da opción a algunas funciones mínimas.
Se sabe que en los últimos días el registro de asistencia de usuarios ha descendió en un 95 por ciento un parámetro pobre, raquítico, lejos de la productividad que requiere el mantenimiento de este espacio cono este.
Sólo unas cuantas personas han generado menos de 200 pesos por pagar al correr o caminar en los espacios.
Durante poco más de 20 años, la Unidad Deportiva Universitaria, ha sido eje en los proyectos de la Fundación UV, entidad que ha quedado maniatada con las disposiciones emitiditas desde rectoría.
Las canchas de futbol donde cientos de niños y jóvenes entrenaron por año, formando generaciones de profesionistas y destacados deportistas, han sido prácticamente secuestradas por un par de cerebros cuyos “proyectos” pueden llevar a la ruina al escenario, por demás, el mejor dotado de esta capital.
Y aún hay más. El gimnasio Nido del Halcón que se vio en muchos años poblado por niños y jóvenes ahora solo da cabida a quienes, de manera arbitraria, condicionada, se conviertan a la llamada Academia de Baloncesto. Esto quiere decir que ya no hay espacio para nada ni nadie que no sea halcón. Eso se llama discriminación, uno de los terribles males de la humanidad.
El mismo modelo se quiere implementar en el futbol y más de 500 jugadores de diversa edades y pertenecientes a diferentes clubes tienen el pie de la Universidad Veracruzana en el cuello una clara señal de que “si no juegas conmigo no te dejo utilizar mis canchas”.
¿Sabrá el rector de la Universidad Veracruzana Martín Aguilar Sánchez el daño que les están haciendo a los jóvenes, al deporte?
¿Tendrá la máxima autoridad de la UV la suficiente testosterona para detener este “proyecto” tan pobre y frágil que está evidenciando falta de empatía?
¿Cómo humanista, Aguilar Sánchez respetará los valores humanos?
Así las cosas en este naciente 2024.
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