El 1977 nuestro amigo por siempre, Santiago Morales Ortiz, era un animoso entrenador de futbol.
En ese entonces el que esto escribe cursaba el quinto año de primaria en la escuela «Abraham Castellanos».
Por medio de algunos amigos fue invitado a jugar con el Cosmos, equipo armado por Chago Morales.
Él empezaba su labor como periodista. Recuerdo que su nombre ya salía en notas publicadas por el periódico “Tiempo”.
En el Cosmos había jugadores de varias colonias, de la Progreso, San Bruno, Centro y otros.
Uno de los partidos más recordados fue ante Unidad Veracruzana, dirigido por el también gran amigo Venustiano Martínez, quien años después fue jugador profesional con la UV.
“Venus” es hoy jugador del equipo Rébsamen de la Liga Premier que auspicia la FUV.
El partido entre Cosmos y la Unidad Veracruzana fue en la enfangada cancha de los “Juárez”.
El lodo y los charcos nos beneficiaron porque el rival tenía gente muy técnica con el balón en los pies y el estado del terreno de juego les dificultó su accionar. En ese equipo estaban Rogerio León, entonces conocido como “Reinoso”, su hermano “Pata”, ‘Cani’ Corona, Sergio ‘Chumpis’ Vázquez, Lazcano y otros.
Luego de un aferrado choque ganamos el partido 2-1 y quisimos festejar, pero la situación económica no alcanzaba ni para que todos nos regresáramos al menos en autobús a nuestras casas.
De repente alguien grito: “queremos premio, queremos premio”. La ocasión lo ameritaba. Habíamos derrotado a un equipazo.
Pero no nos quedó de otra más que volver caminando desde el popular recinto futbolero hasta donde fuera.
En la calle perecíamos borregos, todos detrás del “pastor”: nuestro amigo Santiago.
Recuerdo que, entre bromas y comentarios de lo sucedido en el partido, avanzamos en nuestra ruta. Llegamos hasta el Estadio Xalapeño y luego tomamos Cayetano Rodríguez para encontrar Morelos.
Al calor del dialogo y sin ‘querer queriendo’ encontramos una tiendita que hoy día sigue en el mismo lugar.
De repente Santiago se metió al pequeño negocio y, tras de una pequeña conversación con el dueño, nos llamó.
¡Había cambiado los únicos dos balones que teníamos por bolillos, chiles en vinagre y queso, sin faltar un par de refrescos de los llamados “Jarritos”.
Ese fue nuestro menú de festejo. El propietario de la tienda, haciendo un acto de empatía con los entonces enfangados niños futbolistas, partía rápidamente el pan y el queso y los hacía torta.
Con ojos penetrantes observamos esa montaña de comida. Parecíamos al Chavo del 8 cuando veía la torta de jamón que Kiko se saboreaba y le presumía.
Llegó entonces el momento de atacar. Cada quien con su bolillote. El silencio fue brutal, todos comiendo rápidamente.
Como no había vasos desechables, todos pasamos «el Jarrito de la paz» para darle un sorbo al entonces gran refresco. Todos tomamos del mismo embace, un ritual de barrio que muchos conocimos.
Fuimos felices en ese momento. Lo disfrutamos. Después de poco más de 40 años esa imagen permanece en nuestra mente.
Descansa en paz amigo Santiago, Dios te bendiga ahora que estas del otro lado del velo junto con tu esposa. Allá tendrás la oportunidad de seguir progresando en otros planos.
Fuimos colega en la Sección de Deportes de Diario de Xalapa porque tú me llevaste. Me diste las primeras lecciones en esta maravillosa profesión. Aprendí de ti hablando y sin hablar, solo leyéndote.
Diario de Xalapa ha sido mi única casa editorial. Llegué en 1988 y salí apenas hace unos años, cuando surgió Canchero, un foro que me ha permitido, gracias a Dios, continuar ejerciendo la emocionante y noble labor del periodismo deportivo.
¡Gracias Chagol, gracias amigo, gracias hermano!