Pruebas físicas y la firma del contrato. Eso es lo que resta a Lionel Messi para formar parte del PSG, la plantilla más poderosa—ahora— del mundo.
Messi ha dejado atrás una página gloriosa con el Barcelona. Títulos y títulos, grandes hazañas, millones de euros generados para el club a cambio de un nutrido contrato.
“Barcelona, nada me debes…nada te debo, Barcelona estamos en paz” frase que puede explicar el por qué Messi pudo tomar dirección de salida hacia el “Parque de Los Príncipes”.
Los más cándidos, “sufren” y se desgarran sus ropas por el adiós del argentino. Incluso dejan entrever cierta ingratitud del jugador por no quedarse, por no jubilarse como blaugrana. Sin embargo deberán hacer lo que miles o millones, tragar amargo y aceptar que jugar al futbol es felicidad y Messi, como cualquier ser vivo, busca la suya.
Messi llegó a París para seguir su vida tras haber ejercido su libertad de elegir y dejar al club que por 21 años lo cobijó, pero al que también le dio todo.
A su llegada la multitud lo ovacionó. Se enmarcó una escena de divinidad deportiva hacia un personaje que ya disfruta su eternidad en el futbol. Ahora el PSG, con el Qatar Sport como dueño es un monstruo y parece que va a ganarlo todo, pero lo bello del futbol es que nada está escrito y cuando el balón rueda todo puede pasar.