En el cierre de un año que ha puesto a prueba la paciencia, la esperanza y la identidad futbolística de todo un país, Javier Aguirre vuelve a situarse al centro del huracán.
El técnico de la Selección Mexicana, hoy nominado entre los siete candidatos al premio The Best FIFA 2025, presentó una lista que más que un simple llamado, parece un mensaje.
En ella, el “Vasco” no solo convoca futbolistas, convoca símbolos, apuestas y, sobre todo, una visión.

La misión es clara. Se trata de cerrar el ciclo previo al Mundial con una imagen más digna, más coherente, más cercana a esa idea de equipo renovado y competitivo, la que México lleva años buscando sin encontrar.

Los rivales no son poca cosa: Uruguay y Paraguay, dos selecciones con historia, garra y oficio mundialista, que servirán como espejo para medir el pulso real del proyecto Aguirre.
Pero lo que más resalta no está en los nombres más reconocibles, sino en los que sorprenden. En los Obed Vargas, Jorge Ruvalcaba, Fidel Ambriz o Armando González.

En esos jóvenes que, más allá de la sorpresa mediática, representan una apuesta por la renovación, por esa sangre nueva que el futbol mexicano lleva años pidiendo a gritos.

Aguirre, fiel a su estilo, parece decir que el proceso no solo se mide en resultados inmediatos, sino en el valor de atreverse.
Aun así, el “Vasco” no abandona la experiencia. El regreso de Edson Álvarez y Raúl Jiménez significa más que un refuerzo. Es una señal de reconciliación, de entender que la veteranía, bien administrada, puede ser un pilar en tiempos de reconstrucción. Y la presencia de Gilberto Mora, pese a su reciente lesión, confirma que Aguirre confía tanto en el carácter como en la calidad.
Frase canchera
Quizá, al final, no se trate solo de ganar. Quizá se trate de creer otra vez.
Las Águilas del América, campeonas y dominantes, también prestan su músculo al combinado nacional. Cinco de sus jugadores vestirán el verde, y eso no es casualidad. Aguirre conoce el valor de la inercia ganadora, del ritmo de competencia, de la mentalidad que se contagia cuando se ha probado el éxito.

El “Vasco” ha vivido suficientes batallas para saber que la crítica vendrá de todos lados. Pero en medio del ruido, su figura transmite algo inusual, como lo es una tensa serenidad.
Sin duda entiende que lo importante no es cómo se empieza un camino, sino cómo se llega al final. Y aunque el Mundial aún no comienza, este cierre de año será, sin duda, el primer juicio público al proyecto Aguirre.
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