Han pasado más de tres décadas desde aquella tarde en que los Delfines de Xalapa lograron el ascenso a la Segunda División.
En la memoria de muchos aficionados permanece el eco de los goles, las tribunas llenas y el orgullo de ver a un equipo xalapeño abrirse paso en el futbol profesional.

Entre esos protagonistas estaba César “Chícharo” Vázquez de la Torre, un jugador aguerrido, disciplinado y con un amor profundo por la camiseta.
Con el paso de los años, César cambió los tacos por la libreta de director técnico. Desde los banquillos dirigió a varios equipos de Tercera División, entre ellos los Chileros de Xalapa, donde dejó huella por su entrega y su empeño, incluso cuando los recursos eran escasos y el apoyo institucional, casi nulo.

Hoy, radicado desde hace unos años en Indiana, Estados Unidos, César continúa ligado al futbol. Juega, arbitra ocasionalmente y, sobre todo, sigue con atención lo que ocurre en su tierra natal.
“El futbol nunca se va”, dice con una sonrisa en las charlas a distancia. Y lo demuestra cada vez que se asoma a las redes sociales para ver qué ocurre en las canchas xalapeñas.
Recientemente, un proyecto llamó su atención: el de Académicos, una propuesta que buscaba reunir talento local y devolver ilusión al balompié de la capital veracruzana. Su mirada, sin embargo, es a la vez esperanzada y crítica.

“Sí sigo el futbol por las redes sociales. Vi el proyecto de Académicos y observé que causó expectación, porque al parecer jalaron jugadores de las diferentes ligas de Xalapa y vi que había buen nivel… Lamentablemente ya no siguió, motivos los desconozco… lástima. Y eso da al traste para que lleguen equipos de fuera que no tienen ninguna identidad con la gente de Xalapa.
Por eso veo que no los siguen, y veo ahí gente, en la directiva, que yo recuerdo. Fue cuando iban chavos de Xalapa con buen nivel a los Tiburones (Rojos), no les hacían caso, porque así es el futbol en el puerto, un círculo muy cerrado. Pero ahora van (esos directivos) a Xalapa a querer que los sigan y que haya identidad…”
Sus palabras resuenan como una mezcla de nostalgia y llamado de atención. Habla quien vivió desde dentro la pasión por defender los colores de la ciudad, quien sabe lo que cuesta levantar un proyecto futbolístico con raíces locales y lo que duele ver cómo esos intentos se diluyen en el olvido.

Desde la distancia, César Vázquez sigue siendo un delfín en aguas lejanas, pero con la mirada fija en su Xalapa. Un jugador que nunca se desconectó del balón ni de la gente que lo vio crecer, convencido de que “el futbol, para tener alma, necesita primero pertenencia”, acotó.
Dejar una contestacion