ARELLANO: “HAY QUE CREER EN EL FUTBOL AMATEUR”

El futbol mexicano atraviesa uno de sus momentos más grises. Las selecciones nacionales se arman con jugadores de Fuerzas Básicas, jóvenes de clubes profesionales que, en muchos casos, no han vivido la verdadera esencia del futbol mexicano: el barrio, las canchas llaneras, el esfuerzo anónimo de miles de chicos que sueñan con una oportunidad.

LA SELECCIÓN Sub 17, campeona del mundo en 2005, equipo armado tras mucha labor.

Para Héctor Arellano, conocedor profundo del balompié, los reveces actuales tiene una raíz clara: “se ha dejado de mirar al sector amateur”.

“Hoy las selecciones se forman con los que están en fuerzas básicas, sin que los buscadores de talento volteen a ver el futbol amateur, donde hay mucha calidad.

Así lo dice

“La esperanza no se pierde, pero hay que trabajarla”.

“Si queremos representativos fuertes, hay que volver a mirar a los jugadores de los estados, de las ciudades. Que el sector amateur trabaje y no se duerma”, subraya Arellano.

Su reflexión nace del contraste con una época dorada: aquella del Mundial Sub-17 de Perú 2005, donde México fue campeón del mundo.

“Hace 25 años no tiene comparación el trabajo que se hizo con lo que se hace ahora”, recuerda. “La búsqueda de talento empezó desde la Sub-15, con la meta clara de formar campeones mundiales Sub-17.

«CHUCHO» Ramírez trabajó con un exitoso plan.

“Chucho Ramírez estuvo muy atento. Se recorrieron todos los estados, se vio a todos los equipos, se fue a todos los nacionales.

“Chucho preguntaba por cada torneo, por cada “Copa Coca-Cola”… no dejaba un rincón sin revisar.”

Aquel equipo no solo tuvo disciplina física, sino también formación mental y emocional, un detalle que, para Arellano, marcó la diferencia:

“Chucho trabajó con su esposa, que era psicóloga. Se habló de la aplicación mental, del compromiso, del equilibrio. Eso nunca se ha vuelto a hacer.”

La historia del título en Perú 2005 fue fruto de años de trabajo, de una búsqueda constante, de viajes, observación y confianza en el talento mexicano —sin etiquetas, sin limitarse a los clubes grandes.

“Chucho iba y buscaba, hablaba con padres, viajaba, veía partidos. Fue a España a  ver a  Giovanni, por ejemplo”.

«HAY QUE ir por el talento mexicano», dijo Héctor Arellano.

Héctor Arellano hace un llamado a recuperar esa pasión, ese trabajo integral y esa confianza en el futbol amateur, donde todavía laten los sueños de miles de jóvenes:

“México tiene talento, pero hay que ir por él. Hay que volver a creer en el futbol de base, en los torneos locales, en los entrenadores que siguen formando por amor al juego. Si se trabaja con fe y con método, se pueden volver a escribir historias como la del 2005.”

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